sábado, 30 de mayo de 2009

PREPARAR Y DAR GRACIAS POR LA SANTA MISA



Por: Aldair Sánchez

La preparación y la acción de gracias para el santo sacrificio de la Misa han caído infortunadamente en desuso para un gran número de fieles y aún de eclesiásticos, quienes, muchas veces sin quererlo y por la falta de tiempo no rezan las debidas oraciones para disponer su alma a recibir al Señor Sacramentado y posteriormente no agradecen a Dios por tan magnífico Don.

Y es que se ha vuelto tristemente normal en los templos que lleguemos justo en el momento de empezar la santa misa y nos marchemos una vez el sacerdote concede la bendición final por no hablar de los que llegan a la iglesia a hablar con el vecino o conocido en el templo (o peor aún, a hablar por celular), olvidando que “la casa de Dios es casa de oración” y no una calle o club donde se pueda conversar y hacer vida social, en vez de dedicarse a orar y a prepararse para el santo sacramento del que se aprestan a participar. Dichas acciones sólo pueden reflejar dos cosas: que se ignore el carácter sobrenatural y sacrosanto de la Eucaristía o que uno sea un completo desagradecido con el Señor que nos convida a su sagrado banquete.

En cualquiera de los dos casos puede afirmarse que es prácticamente imposible celebrar con fruto el sacramento eucarístico si antes no se ha realizado una adecuada preparación. Si consideramos que celebrar la misa es participar de sacrificio de Cristo, que es como estar presente en el Calvario el día de la muerte del Santísimo Redentor, no cesaríamos de pedir insistentemente al Padre que a pesar de nuestra gran indignidad nos permita, como dice san Ambrosio, acercarnos ad mensam dulcíssimi convívii tui (a la mesa del dulcísimo banquete de Cristo). La Iglesia, nuestra madre y maestra, ha establecido hermosas oraciones de preparación para la santa misa. Entre ellas, recomiendo particularmente la oración de san Ambrosio y la oración de santo Tomás de Aquino, por las que se conceden tres años de indulgencia (Pío XI, 3 de octubre de 1936). Entre los salmos utilizados para la preparación se encuentran el 84, 85, 86, 116 y 130 (numeración fuera de paréntesis) así como el salmo 43 (Introíbo ad altare Dei) el cual es especialmente adecuado por su índole propia. La duración del tiempo de preparación es diferente para cada persona, pero es necesario que cada uno tome el tiempo suficiente para interiorizar las oraciones y lograr una verdadera disposición del espíritu.

Con respecto a la acción de gracias después de la Eucaristía bastaría citar a san Alfonso María de Ligorio cuando dice que “La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros celestiales de gracias”. Según esto, no podemos abandonar el templo una vez termina la santa misa. Muchas veces no es suficiente para agradecer por el inmenso don de la comunión el breve momento de silencio que se hace en algunas parroquias, o el recitar las piadosas aspiraciones de Alma de Cristo...etc. Se hace entonces necesario que aún después de que ya haya concluido el santo sacrificio nos quedemos unos momentos a darle gracias a Jesús por tan hermoso regalo, porque ha querido hacerse alimento para nosotros, además de suplicarle por nuestras necesidades espirituales y materiales y pedirle que nos ayude a ser verdaderos sagrarios vivientes de su presencia ante el prójimo. No podemos ser indiferentes ante el gran milagro que encierra la misa, por eso debemos acostumbrarnos a dar gracias a Dios cada vez que recibimos el cuerpo de Su Hijo. Entre las oraciones establecidas para la acción de gracias después de la Eucaristía encontramos la oración de santo Tomás de Aquino y la de san Ambrosio (no confundir con las de preparación, que pertenecen a los mismos autores), así como el himno Adoro te devote del mencionado santo Tomás y la oración de oblación de sí mismo al Señor. Las mencionadas aspiraciones al Santísimo Redentor (Alma de Cristo) son también útiles, siempre y cuando se las recite meditándolas adecuadamente. Para el mismo fin podemos utilizar también la oración a Nuestro Señor Jesucristo Crucificado, a la Santísima Virgen y al Bienaventurado san José. Tocante a los textos bíblicos para la acción de gracias después de la misa se encuentran el cántico de los tres jóvenes (Daniel 3, 57-88. 56) y el salmo 150.

Como ha podido apreciarse, hay una riqueza inmensa de textos y oraciones que la Iglesia a través de los siglos ha recomendado para la preparación y acción de gracias para el santo sacrificio de la misa, sin embargo lo anterior no obsta para que del mismo modo que nos servimos de los textos elaborados por los grandes místicos de todos los tiempos también hablemos al Señor con las palabras que salen de nuestro corazón para pedirle y darle gracias por el incomparable regalo de amor que nos legó en el Santísimo Sacramento del Altar.

Nota: En la última edición colombiana del Misal Romano podemos encontrar algunas de las oraciones que aquí hemos recomendado tanto para preparación como para acción de gracias. Los textos se encuentran en uno de los apéndices de la obra.