jueves, 20 de agosto de 2009

El cardenal Castrillón, mediador de paz con la guerrilla colombiana.


El cardenal Castrillón, mediador de paz con la guerrilla colombianaConfirma los contactos con exponentes de las FARC.


BOGOTÁ, martes 18 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- El cardenal Darío Castrillón Hoyos ha confirmado que ha mantenido contactos de mediación para la paz entre exponentes de la guerrilla y el gobierno colombianos.El prefecto emérito de la Congregación vaticana para el Clero y presidente emérito de la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei", señaló que ha tenido contactos telefónicos con Guillermo Sáenz, alias "Alfonso Cano", máximo comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ."Sí he tenido conversaciones telefónicas con Alfonso Cano y con otro (rebelde) de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)", reveló el cardenal Castrillón a periodistas tras mantener un encuentro con el presidente Alvaro Uribe, el 12 de agosto.El cardenal colombiano reveló que uno de los contactos con el jefe del grupo guerrillero tuvo lugar el 29 de abril, días antes de la visita a Roma del presidente Álvaro Uribe.Uribe señaló en abril pasado que los únicos autorizados para establecer contactos con las FARC para concretar la entrega de rehenes en poder de la guerrilla son la Iglesia católica y la Cruz Roja Internacional. Recientemente ha delegado también este encargo en la senadora Piedad Córdoba."Alfonso Cano", máximo jefe de la guerrilla más antigua del continente, declaró el 13 de agosto, en declaraciones por correo electrónico a la revista "Semana", su intención de "buscar salidas políticas al conflicto, independientemente de quien ocupe la presidencia", en alusión a Uribe.Sucesor en la jefatura de las FARC del fallecido Manuel Marulanda, Cano asegura: "Una salida civilizada no puede depender de una persona por poderosa que sea". Pero aclara que, de momento, no se plantean dejar las armas.En el encuentro entre Uribe y el cardenal Castrillón se trataron temas relacionados con la paz, el conflicto interno y la seguridad, según fuentes de la presidencia.

jueves, 13 de agosto de 2009

Los nuevos aspirantes a la vida religiosa en EEUU optan por la Tradición





NewYorkTimes/Luis F. Pérez/InfoCatólica
BUSCAN ÓRDENES DONDE SE LLEVE HÁBITO Y SE OPTE POR LA RELIGIOSIDAD TRADICIONAL
En un estudio recientemente publicado sobre la realidad de las órdenes religiosas en Estados Unidos, se constata que la nueva generación de consagrados a la vida religiosa es de procedencia étnica mucho más diversa y de un planteamiento más conservador en relación a aspectos tales como el uso del hábito y la práctica de la oración. Sin embargo, esa nueva realidad no puede ocultar las cifras del desplome del número de religiosos norteamericanos. El noventa y un por ciento de las monjas y el 75 por ciento de los frailes y sacerdotes son mayores de 60 años, mientras que la mayoría del resto tiene al menos 50.
Todos ellos pertenecen a la generación marcada por el Concilio Vaticano II, que “modernizó” la Iglesia y muchas de sus órdenes religiosas. Muchos monjes y monjas abandonaron sus hábitos, y salieron de sus conventos para trabajar en servicios comunitarios. El estudio confirma lo que se sospechaba desde hace tiempo: que las órdenes religiosas más “modernizadas” son las que atraen a un menor número de miembros.
El estudio ya estaba en vías de desarrollo cuando el Vaticano anunció tanto la Visita Apostólica a las órdenes religiosas femeninas en los Estados Unidos como la investigación doctrinal a la Leadership Conference of Women Religious, que es el grupo bajo el que se asocian la mayor parte de las religiosas norteamericanas.
El nuevo estudio, que ha sido publicado el pasado martes y que ha sido financiado por un donante anónimo, fue llevado a cabo por el Center for Applied Research in the Apostolate de la universidad de Georgetown para la Conferencia Nacional de Vocaciones Religiosas, la cual está buscando la manera de atraer a la vida religiosa a nuevos sacerdotes y monjas.
“Habíamos oído como anécdota que la gente más joven atraída a la vida religiosa era diferente y realmente es así” aseguró la Hna Mary Bendyna, directora ejecutiva del Center for Applied Research in the Apostolate. “Los jóvenes se sienten más atraídos por la forma tradicional de vida religiosa, en la cual hay más vida comunitaria, oración común, Misa conjunta, oración de la Liturgia de las Horas en común, etc. Para ellos la fidelidad a la Iglesia es algo realmente importante. Y están buscando comunidades donde sus miembros lleven el hábito”. De entre los nuevos sacerdotes religiosos y monjas, al menos dos tercios han elegido órdenes donde el uso del hábito es la norma habitual.
Diversidad étnica
El estudio muestra también que mientras que el 94 por ciento de los actuales religiosos es de raza blanca, sólo lo son un 58 por ciento de los novicios.
Según la Hna Bendyna, entre los aspirantes a a vida religiosa, los asiáticos y procedentes de las islas del Pacífico están sobre representados al llegar al 14 por ciento, muy por encima del 3 por ciento que alcanzan entre la población católica de los Estados Unidos.
Los hispanos, que sólo son un 3 por ciento de los miembros actuales en las órdenes religiosas, llegan al 21 por ciento entre los postulantes.
La edad media de los que han profesado recientemente se sitúa en los 32 años para las mujeres y los 30 para los hombres. Sin embargo, la mayor dificultad estriba en conseguir que los aspirantes acaben confirmando su vocación a la vida religiosa. La han abandonado cerca de la mitad de los que entraron en órdenes religiosas desde 1990.
“La gente llega a la vida religiosa porque sientes que están siendo llamados”, afirma el Hno Paul Bednarczyk, director ejecutivo de la Conferencia Nacional de Vocaciones Religiosas, quien añade que el propósito del proceso de formación de la Iglesia es “discernir que existe una verdadera llamada antes de que se lleve a cabo el compromiso”. Así que “no es una sorpresa”, asegura, “que tengas gente que finalmente abandone”.

martes, 14 de julio de 2009

RETIROS ESPIRITUALES


LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PEDRO

ANUNCIA


Ejercicios espirituales de San Ignacio

del 10 al 12 de octubre

en La Casa de Retiros La Isabelita (Anolaima - Cundinamarca)


Los ejercicios serán predicados por los sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro,
y en esta ocasión se dirigen a mujeres

Se ruega a las personas interesadas nos contacten en la siguiente dirección o teléfono

amartindeporres@hotmail.com

Cel. 312 440 58 70



"Ad maiorem Dei Gloriam"

miércoles, 8 de julio de 2009

AUDIENCIA PAPAL 2009/07/06


Queridos hermanos,



Ayer, 6 de julio, el Santo Padre recibió el Superior General, Padre John Berg, en su biblioteca privada en el Vaticano. El Padre Berg tuvo la oportunidad de hablar en privado con el Santo Padre durante unos 15 minutos acerca de nuestra Fraternidad y darle las gracias por todo lo que ha hecho para nosotros y para la Iglesia. El Santo Padre se sintió alentado de escuchar acerca de la labor realizada en los seminarios y los apostolados de la FSSP. Expresó su esperanza de que la Fraternidad continuará para tratar de establecer un apostolado a tiempo completo con la presencia de los sacerdotes para que pueda haber una completa atención a las almas allí. Benedicto XVI expresó su apoyo e interés en la labor que realizan para capacitar a otros sacerdotes en la Forma Extraordinaria del Rito romano. Finalmente, cuando el Padre Berg le preguntó si había algo que le gustaría de la Fraternidad, el Santo Padre nos pidió simplemente "permanecer siempre fiel". Tras esta reunión, el Santo Padre saludó a los fundadores de la Fraternidad de San Pedro que habían llegado para la ocasión e impartió su bendición sobre ellos y todos los miembros de la FSSP. La reunión tuvo lugar precisamente en el 21 aniversario de la audiencia de los Fundadores con Juan Pablo II en el Palacio Apostólico. La Fraternidad de San Pedro agradece al Santo Padre por la concesión de este honor.

MULTOS ad annos!

En Christo P. Arnaud Evrat Secretario General FSSP

martes, 16 de junio de 2009

Recuperar el tiempo perdido.


Un día de balance. Nuestro tiempo es breve. Es parte muy importante de la herencia recibida de Dios.— Actos de contrición por nuestros errores y pecados cometidos en este primer semestre que termina. Acciones de gracias por los muchos beneficios recibidos.— Propósitos para el que comienza.

I. Hoy, es un buen momento para hacer balance del semestre que ha pasado y propósitos para el que comienza. Buena oportunidad para pedir perdón por lo que no hicimos, por el amor que faltó; buena ocasión para dar gracias por todos los beneficios del Señor.La Iglesia nos recuerda que somos peregrinos. Ella misma está «presente en el mundo y, sin embargo, es peregrina». Se dirige hacia su Señor «peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios».Nuestra vida es también un camino lleno de tribulaciones y de «consuelos de Dios». Tenemos una vida en el tiempo, en la cual nos encontramos ahora, y otra más allá del tiempo, en la eternidad, hacia la cual se dirige nuestra peregrinación. El tiempo de cada uno es una parte importante de la herencia recibida de Dios; es la distancia que nos separa de ese momento en el que nos presentaremos ante nuestro Señor con las manos llenas o vacías. Solo ahora, aquí, en esta vida, podemos merecer para la otra. En realidad, cada día nuestro es «un tiempo» que Dios nos regala para llenarlo de amor a Él, de caridad con quienes nos rodean, de trabajo bien hecho, de ejercitar las virtudes..., de obras agradables a los ojos de Dios. Ahora es el momento de hacer el «tesoro que no envejece». Este es, para cada uno, el tiempo propicio, este es el día de la salud. Pasado este tiempo, ya no habrá otro. El tiempo del que cada uno de nosotros dispone es corto, pero suficiente para decirle a Dios que le amamos y para dejar terminada la obra que el Señor nos haya encargado a cada uno. Por eso nos advierte San Pablo: andad con prudencia, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, pues pronto viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar. «Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno».San Pablo, considerando la brevedad de nuestro paso por la tierra y la insignificancia que tienen las cosas en sí mismas, dice: pasa la sombra de este mundo. Esta vida, en comparación de la que nos espera, es como su sombra.La brevedad del tiempo es una llamada continua a sacarle el máximo rendimiento de cara a Dios. Hoy, en nuestra oración, podríamos preguntarnos si Dios está contento con la forma en que hemos vivido el año que ha pasado. Si ha sido bien aprovechado o, por el contrario, ha sido un año de ocasiones perdidas en el trabajo, en el apostolado, en la vida de familia; si hemos abandonado con frecuencia la Cruz, porque nos hemos quejado con facilidad al encontrarnos con la contradicción y con lo inesperado.Cada año que pasa es una llamada para santificar nuestra vida ordinaria y un aviso de que estamos un poco más cerca del momento definitivo con Dios.No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos.

II. Al hacer examen es fácil que encontremos, en este semestre que termina, omisiones en la caridad, escasa laboriosidad en el trabajo profesional, mediocridad espiritual aceptada, poca limosna, egoísmo, vanidad, faltas de mortificación en las comidas, gracias del Espíritu Santo no correspondidas, intemperancia, malhumor, mal carácter, distracciones más o menos voluntarias en nuestras prácticas de piedad... Son innumerables los motivos para terminar el año pidiendo perdón al Señor, haciendo actos de contrición y de desagravio. Miramos cada uno de los días del año y «cada día hemos de pedir perdón, porque cada día hemos ofendido». Ni un solo día se escapa a esta realidad: han sido muchas nuestras faltas y nuestros errores. Sin embargo, son incomparablemente mayores los motivos de agradecimiento, en lo humano y en lo sobrenatural. Son incontables las mociones del Espíritu Santo, las gracias recibidas en el sacramento de la Penitencia y en la Comunión eucarística, los cuidados de nuestro Ángel Custodio, los méritos alcanzados al ofrecer nuestro trabajo o nuestro dolor por los demás, las numerosas ayudas que de otros hemos recibido. No importa que de esta realidad solo percibamos ahora una parte muy pequeña. Demos gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el año.«Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros. Pues, ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios, porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá».Terminar el año pidiendo perdón por tantas faltas de correspondencia a la gracia, por tantas veces como Jesús se puso a nuestro lado y no hicimos nada por verle y le dejamos pasar; a la vez, terminar el año agradeciendo al Señor la gran misericordia que ha tenido con nosotros y los innumerables beneficios, muchos de ellos desconocidos por nosotros mismos, que nos ha dado el Señor.Y junto a la contrición y el agradecimiento, el propósito de amar a Dios y de luchar por adquirir las virtudes y desarraigar nuestros defectos, como si fuera el último año que el Señor nos concede.

III. En estos últimos meses del año nos desearemos unos a otros que tengamos un buen resto de año. Un número parecido de personas nos desearán a nosotros lo mismo, y les daremos las gracias. En pocas palabras, que no experimentéis ningún contratiempo».Es bueno desear estos bienes humanos para nosotros y para los demás, si no nos separan de nuestro fin último. El año nuevo nos traerá, en proporciones desconocidas, alegrías y contrariedades. Un año bueno, para un cristiano, es aquel en el que unas y otras nos han servido para amar un poco más a Dios. Un año bueno, para un cristiano, no es aquel que viene cargado, en el supuesto de que fuera posible, de una felicidad natural al margen de Dios. Un año bueno es aquel en el que hemos servido mejor a Dios y a los demás, aunque en el plano humano haya sido un completo desastre. Puede ser, por ejemplo, un buen año aquel en el que apareció la grave enfermedad, tantos años latente y desconocida, si supimos santificarnos con ella y santificar a quienes estaban a nuestro alrededor. Cualquier año puede ser «el mejor año» si aprovechamos las gracias que Dios nos tiene reservadas y que pueden convertir en bien la mayor de las desgracias. No desperdiciemos ni un solo día. Y cuando llegue la caída, el error o el desánimo, recomenzar enseguida. En muchas ocasiones, a través del sacramento de la Penitencia.¡Que tengamos todos «un buen resto de año»! Que podamos presentarnos delante del Señor, una vez concluido, con las manos llenas de horas de trabajo ofrecidas a Dios, apostolado con nuestros amigos, incontables muestras de caridad con quienes nos rodean, muchos pequeños vencimientos, encuentros irrepetibles en la Comunión...Hagamos el propósito de convertir las derrotas en victorias, acudiendo al Señor y recomenzando de nuevo.Pidamos a la Virgen la gracia de vivir este año que comienza luchando como si fuera el último que el Señor nos concede.

martes, 2 de junio de 2009

"Vení, Créator Spíritus, mentes tuórum vísita, imple superna
grátia quae tu creásti, péctora."

El amor infinito del Espíritu Santo no nos abandona

CIUDAD DEL VATICANO, 31 MAY 2009 (VIS).
-A las 9,30 de hoy, Domingo de Pentecostés, el Santo Padre celebró en la Basílica Vaticana la misa de la solemnidad. La Orquesta de Cámara de Colonia y el Coro de la Catedral de esta ciudad interpretaron la última de las misas compuestas por Haydn, de quien este año se conmemora el bicentenario de su muerte.
En la homilía, el Papa habló de los signos de Pentecostés, que rememora la llegada del Espíritu Santo sobre María y los apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén en forma de "viento impetuoso" y "lenguas de fuego".
Benedicto XVI afirmó que "el Espíritu Santo supone, para la vida espiritual, lo mismo que el aire para la vida biológica, y del mismo modo que existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y los seres vivos, existe una contaminación del corazón y del espíritu que envenena la vida espiritual".
Como ejemplo de "productos contaminantes de la mente y el corazón", mencionó "las imágenes que espectacularizan el placer, la violencia o el desprecio del hombre o de la mujer", y subrayó "la importancia de respirar aire puro, ya sea el aire físico con los pulmones, o el aire espiritual con el corazón, el aire saludable del espíritu que es el amor".
Refiriéndose a la imagen del fuego, el Papa señaló que "el ser humano, haciéndose con las energías del cosmos -el "fuego"- parece que se cree como Dios y que quiere transformar el mundo excluyendo, dejando a un lado o incluso rechazando al Creador del universo. El ser humano no quiere ser imagen de Dios, sino de sí mismo; se declara autónomo, libre, adulto".
"En las manos de una persona así -continuó-, el "fuego" y sus enormes potencialidades llegan a ser peligrosas: pueden volverse contra la vida y la misma humanidad, como demuestra, por desgracia, la historia. Como advertencia perenne están las tragedias de Hiroshima y Nagasaki, donde la energía atómica, utilizada para fines bélicos, terminó por sembrar la muerte en proporciones inauditas".
El Santo Padre explicó más adelante que los apóstoles vencieron el miedo cuando recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés. "No tenían ningún temor -afirmó- porque se sentían en las manos del más fuerte". En este contexto, aseguró que "el Espíritu de Dios, donde entra, aleja el miedo; nos hace conocer y sentir que estamos en las manos de una Omnipotencia de amor: independientemente de lo que suceda, su amor infinito no nos abandona.
"Lo demuestra -terminó- el testimonio de los mártires, la valentía de los confesores de la fe, el empuje intrépido de los misioneros, la franqueza de los predicadores, el ejemplo de todos los santos, algunos incluso adolescentes y niños. Lo demuestra la existencia misma de la Iglesia, que a pesar de los límites y culpas de los seres humanos, sigue atravesando el océano de la historia, impulsada por el soplo de Dios y animada por su fuego purificador".